miércoles, 17 de noviembre de 2010

Distorsiones cognitivas: la nariz del camello o la impuntualidad como enfermedad



Son las ocho y cuarto de la tarde y estás a la puerta del cine esperando a una amiga que hace poco que conoces. Ya has sacado las dos entradas (la función empieza a las ocho y veinte) y tu amiga no aparece. Empiezas a inquietarte. La llamas al móvil y resulta que lo tiene apagado o sin cobertura, ya sabes. Pasan cinco minutos. La película ya ha empezado. Pasa un cuarto de hora. Llamas de nuevo al móvil de tu amiga y sigue sin dar señales de vida. ¿La habrá atropellado un camión? Piensas que no y, finalmente, entras en el cine con veinte minutos de retraso (porque antes has dejado la entrada de tu amiga en la taquilla y le has puesto un mensaje en el móvil dándole aviso de dónde le has dejado la entrada). Una vez en tu butaca, haciendo un considerable esfuerzo, consigues enterarte a duras penas de qué va el argumento de la película.

Lo peor está por venir: a la salida, con los brazos cruzados y una expresión amenazadora, casi terrorífica, está tu amiga, quien te espeta: “¿Y tú eres mi amigo? ¿Por qué no me has esperado?” Le das todo tipo de explicaciones, pero ella las rechaza una tras otra, como si tú fueses una especie de mentiroso compulsiva. Finalmente sentencia:

·      ¡Cuando una persona llega tarde a una cita en un cine hay que esperarla veintidós minutos!

Te quedas de piedra ¿Veintidós minutos? ¿De dónde ha sacado eso? Empiezas a considerar seriamente que tu amiga está chiflada.


Distorsión de la realidad
Puede que no esté bien de la cabeza o puede ser, sencillamente, que sea víctima de la denominada Distorsión Cognitiva. Llamamos así a las actitudes y creencias, que reinterpretan de forma distorsionada la realidad. Por el motivo que fuese, la persona que había llegado tarde fue pasando de forma progresiva a lo largo de los años desde los “cinco minutos de cortesía” a los diez, los quince y finalmente los veintidós minutos, que son los que los que supuestamente, según esa persona, debe esperarse a alguien cuando tiene lugar una cita.

Esta distorsión que acabamos de mencionar se llama “la nariz del camello” y proviene de un refrán árabe que reza así: “no permitas que la nariz del camello llegue a tocar la entrada de tu tienda. Si lo consientes, en poco tiempo el animal estará roncando tumbado a tu lado”. Son muchísimas las personas que son víctimas de este proceso. Por regla general, las personas normales nos fiamos de los datos objetivos y del sentido común, pero nunca faltan quienes se engañan con creencias que, a lo largo del tiempo, van exagerándolas poco a poco hasta que consiguen sacarnos de quicio a todos los demás.


Tabla estratégica para neutralizar a los distorsionadores de las ideas: los 3 modelos básicos

TIPO DE DISTORSIÓN
DESCRIPCIÓN
CÓMO PONERSE A SALVO
“O blanco, o negro”
Es el clásico tipo de “o estás conmigo o estás contra mí” (y eso es muy peligroso, porque te pueden poner en conflicto con otras personas).
-Escucha atentamente el razonamiento de la otra persona.
-Utiliza preguntas antes que aserciones, por ejemplo, ¿qué pasaría sí…” . Eso le obligará a pensar en algo distinto a lo que siempre piensa.
“Ya sé qué es lo que vas a decir”
Observa cómo se muestran impacientes mientras tú estás hablando y fíjate en las ganas que tienen de hacerte callar y repetir lo mismo que estaban diciendo.
-Escucha atentamente lo que dice la otra persona.
-No contestes inmediatamente.
-Haz preguntas que poco a poco demuestren a la otra persona que “no lo sabe todo”. No es necesario que tú des las explicaciones de lo que és: deja que se meta en su propio berenjenal.
-En el momento oportuno, haz esta pregunta: “¿cómo puedes saber qué es lo que te voy a decir?” (pero no lo hagas al principio; deja que el pez “muera por la boca”).
“La culpa la tienes tú porque no me entiendes”.

-Fíjate que, en el fondo, lo que te está pidiendo esa persona es que “la escuches”. 
-Mantente firme y muestra su carácter en todo momento, pero no afees a conducta de la otra persona.
-Deja que vaya descrubiendo por sí misma sus contradicciones: hazla hablar y de vez en cuando muéstrale que, en efecto, le estás dejando hablar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario