viernes, 19 de noviembre de 2010

El poder de decir las cosas como son



Ser una buena persona está bien. Lo malo es cuando los demás se aprovechan de ello.
De vez en cuando nos encontramos con alguna amiga o amigo quien con rostro compungido y al mismo tiempo al borde de la rabia, nos dice cosas tales como: “¡es que todo el mundo me toma el pelo!”, “me han metido en un lío en el que yo no tenía nada que ver y ahora todos me atacan” o bien algo que es de lo más habitual: “¡han vuelto a abusar de mí!”.
Si abusan de ti una vez, no tienes por qué preocuparte. Hay gente pérfida que sabe aprovecharse de las personas honestas. Pero si tienes la sensación de que siempre terminan por abusar de ti, es que hay algo que va mal. Y lo que va mal es precisamente la forma en la que te relacionas con los demás.
[LAD]
¿Cómo me relaciono con los demás?
Todos emitimos señales que los demás captan. Esas señales se refieren a la nuestra forma de ser, nuestra “capacidad de aguante”, nuestra agresividad, tolerancia, paciencia o lo que sea. A veces emitimos esas señales con gestos y a veces lo hacemos con palabras. Piensa por un momento: del mismo modo en que tú eres capaz de interpretar esas señales que los demás emiten (estoy seguro de que puedes distinguir sin dificultad a una persona tímida de otra desinhibida, a una persona inteligente de otra a la que le faltan luces, a una persona sincera de otra falsa) los demás también “interpretan” esas señales que tú emites. Es lo mismo que cuando estamos viendo un programa “reality” en la tele, yo que sé, como Gran Hermano o cualquier otro, y entonces el realizador nos pone a cámara lenta una escena que antes nos parecía algo normal, pero que al verla detenidamente, vemos en los gestos del protagonista que donde parecía estar muy seguro de sí mismo, muestra debilidad, y donde creíamos que se mostraba como una persona bondadosa, ahora resulta que nos parece una especie de malvada alimaña al acecho. A lo mejor ha sido su mirada torva, o que parecía disimular, o acaso que emitía una expresión de odio. No importa qué es lo que fuese: los demás nos hemos dado cuenta de lo que en realidad sucedía.
Pues bien, si cada uno de nosotros emitimos señales de debilidad, los demás las advertirán. Lo que pasa es que serán los malos quienes se aprovechen de esa información para abusar de nosotros.  Y  la primera señal de debilidad que emitimos y de la que esos canallas se pueden aprovechar es la duda. Un ejemplo: te proponen hacer o colaborar en un acción que no es del todo justa u honesta (una mentirijilla, por ejemplo, o una broma pesada a alguien a quien en realiad aprecias, pero a quien no desarías someter a ningún tipo de humillación ni mucho menos);  a ti te basta con decir “no”, y sencillamente, pasar de ese tema. Pero muchas veces has notado lo difícil que era pronunciar ese no, ¿verdad? Te costaba llevar la contraria a esas personas que te estaban liando con algo que no querías hacer. Te costaba afirmarte en tu dignidad, en tu compromiso de honestidad. Y lo peor de todo, era que esas personas, no del todo honestas, se daban cuenta de tus dudas, de tu indecisión.
Vale, pues las indecisiones se han acabado. Y se han acabado para siempre. A continuación te decimos cómo.

No lo dudes
Podemos mostrar dudas acerca de un problema difícil, como por ejemplo, de matemáticas, o de la estrategia en un juego, o cualquier otra cuestión seria, como tal vez la forma de afrontar la muerte de un ser querido. Pero en lo que no podemos mostrar la menor duda es en aquello que tiene relación con la moral y con la verdad. Esa es nuestra verdadera fuerza, nuestro poder. Y nadie nos puede vencer cuando lo invocamos. Pero, ¿cómo hacerlo? Sólo hay un sistema: parafraseando lo que dicen aquellas personas que nos quieren manipular. “Parafrasear” significa repetir lo que la otra persona está diciendo, por ejemplo: alguien te pide que en el trabajo ocultes a un compañero una información importante, una información que podría resultar útil a ese compañero acerca de su permanencia en el puesto de trabajo. Tú en ese momento, como es lógico, dudas acerca de si sería bueno aceptar o no lo que te piden, porque es la parimera vez que te enfr3ntas a algo semjuante y no tienes experiencia, de modo que la persona que te lo pide se da cuenta de tu sorpresa, de tu indecisión. En ese momento, es esa persona la que va ganando y tú te encuentas en desventaja. Pero ahora parafrasea lo que te ha dicho: “Ah, comprendo. Lo que me pides es que colabore contigo para ocultar a nuestro compañero una información que le podría resultar útil para la conservación de su puesto de trabajo, ¿no es así?”. Verás que cuando lo haces como te digo, acabas de trasladar la duda a la otra persona y tú te conviertes de repente en una persona honesta que mantiene el control sobre la situación. La otra persona se queda sin argumentos. ¿Por qué? Porque has dejado claro de que acaba de comportarse de una forma deshonesta.
Aunque vivimos en unos tiempos extraños donde todavía queda gente que cree que la falta de honestidad no es un pecado, sino al contrario, una herramienta que conduce al éxito, lo cierto es que cuando los demás se dan cuenta de que tú no te dejas engañar, porque es precisamente tu honestidad la que se encuentra por encima de todo, te conviertes automáticamente en una persona invulnerable.
Y ahora, te lo creas o no, eres invulnerable siempre y cuando seas una persona honesta. Pero la honestidad no es, como nos sugieren algunos, una forma de debilidad. Es más bien todo contrario. Es el auténtico poder. El poder de dcir las cosas como son. Pruébalo. Serás más fuerte. Y te gustará.


Tres modelos típicos para aprovecharse de nosotros y cómo responder con la Técnica del Parafraseo.


SITUACIÓN
LO QUE NOS EXIGEN
NUESTRA RESPUESTA
Un compañero de trabajo se había comprometido contigo a realizar una parte de un informe en una fecha dada. Tú has terminado tu parte, pero el día anterior a la entrega acordada te dice que no ha terminado la suya.
“Oye, que no he podido terminar  mi parte del trabajo. ¿Te importa trabajar esta noche conmigo a ver si lo podemos terminar entre los dos?
“Me dices que no has terminado en el plazo aquello a lo que te habías comprometido y no me habías avisado con la suficiente antelación. Eres absolutamente responsable de todo lo que suceda a partir de este momento, pero compréndelo, no yo”.
Una persona a la que conoces desde algún tiempo, y a quien las cosas no le van demasiado bien, te pide que la avales para pedir un préstamo a un banco.
“¿No te importa prestarme un aval para un préstamo que quiero pedir en el banco?”
“M e estás pidiendo que te avale en la petición de un préstamo sin ofrecerme ninguna garantía. ¿es eso lo que realmente me pides? Dime por favor: ¿qué garantías me ofreces tú a mí?
Un amigo tuyo ha tenido una mala experiencia con otra persona, llamada Maribel, pero tú no sabes qué es lo que realmente ha pasado salvo por lo que te cuenta ese amigo.
“¿No te parece que Maribel es una sinvergüenza por lo que ha hecho?”
“Quieres que te diga que Maribel es una sinvergüenza porque tú crees que realmente lo es. ¿Podrías explicarme por qué exactamente Maribel es una sinvergüenza?



1 comentario: