miércoles, 11 de enero de 2012

LAS CUARENTA Y OCHO LEYES INMANENTES DE LA VIDA. LEYES 42 A LA 48

Concluye aquí la serie de seis entregas, en cada una de las cuales se lishan listado ocho Leyes Inmanentes de la Vida. El trabajo se ha inspirado en el clásico Arte y oficio del teatro, de Alan Ayckbourn, y que yo he aplicado al Teatro de la Vida, esto es, a los negocios, al amor, la ciencia, el aprendizaje, el compañerismo y en general, a todo aquello que conlleve la conversión de una idea en una realidad tangible.Hoy tenemos las Leyes Inmanentes de la vida desde el número 42 al 48. Al igual que las anteriores, son incontestables, certeras, absolutas. Y en este caso, definitivas.

ENLACES A LAS LEYES ANTERIORMENTE PUBLICADAS:

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LAS CUARENTA Y OCHO LEYES INMANENTES DE LA VIDA. LEYES 42 A LA 48


Ley 42.- “La función debe continuar”. Suceda lo que suceda. Tras la destrucción de las ciudades alemanas en la II Guerra Mundial, grupos de músicos se reunían entre los escombros e interpretaban piezas de Beethoven. Porque la función tiene que continuar. Hasta el final.
Ley 43.- “Si estás sobre el escenario es porque eres el mejor actor o actriz que pudieron conseguir para estar allí”.  Ahora olvídate de las palabras “que pudieron conseguir” y quédate con “porque eres el mejor actor o actriz”.
Ley 44.- “Nadie creerá en lo que sientes si es algo que no has sentido anteriormente”. Puede que la obra no le guste gran cosa al público, pero siempre sabrá distinguir cuándo los actores son auténticos o falsos. Con indiferencia de la obra en que te haya tocado intervenir o del papel que te haya tocado representar, procura que tu actuación resulte creíble.
Ley 45.- “Cada palabra y cada gesto tienen una finalidad”. Quien no controla sus ideas no controla ni sus palabras ni sus gestos. Quien no controla ni sus palabras ni sus gestos no controlará sus propias ideas.
Ley 46.- “Que no te encasillen en un papel determinado”. Puede que en cierto momento tengas que resultar adorable y que en otro debas parecer temible. Pero si siempre interpretas el mismo papel, poco a poco te convertirás en alguien previsible y rutinario: dejarás de ser una persona y te convertirás en una máquina (y recuerda que las máquinas son esas cosas que son manipuladas por personas de verdad).
Ley 47.- “Disfruta los aplausos del público”. Acepta sin reservas la admiración que te profesan. No huyas de la escena como si no te merecieses esos aplausos… pero recíbelos con una elegante reverencia. En ese momento el público dejará de admirarte y pasará a adorarte. Pocos conocen la profundidad de esta Ley.
Ley 48.- “si algo puede salir mal…¡Bah!  ¡Tonterías! ¡Todo saldrá estupendamente!

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