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martes, 14 de diciembre de 2010

La mirada lo dice CASI todo.



La leyenda que refiere el cuadro (José Casado del Alisal, 1880. Óleo sobre lienzo) basada en hechos reales, cuenta que los nobles aragoneses eligieron rey a Ramiro II, quien en aquel momento era monje y obispo de Roda-Barbastro. Algunos nobles, capitaneados por el arzobispo Pedro de Lucria, asaltaron una caravana de mercaderes musulmanes en período de tregua. Ramiro fue implacable: los llamó a palacio, y haciéndolos entrar de uno en uno en el salón del trono, mandó decapitarlos a todos, disponiendo las cabezas en círculo y en el centro, colgada, la cabeza del arzobispo. El resto de los nobles comenzó a portarse como era debido.
1.- Ramiro II muestra el resultado de su severidad al resto de los nobles potencialmente díscolos. Aunque muestra la palma de la mano, no se trata de un gesto de sumisión, puesto que ese efecto se quiebra al prevalecer la acción de mostrar, ya que mantiene la mano detrás del cuerpo.
2.- Cada persona muestra su estado de ánimo interior ante el espectáculo. El que ocupa el primer peldaño de los escalones frunce el ceño y cierra el puño, impotente y rabioso.
3.- En el segundo peldaño un canoso caballero sostiene su mentón, también con el puño. En el entorno de la comunicación no verbal su actitud refleja el denominado gesto de evaluación que ya vimos en el cuadro de los mendigos,pero con una intención distinta. El gesto indica que reflexiona acerca de lo que contempla y controla sus emociones.
4. Este noble se encoge. El encogimiento de hombros es un movimiento inconsciente para proteger una de las partes más vulnerables del organismo: el cuello. Después de todo, en la escena se está hablando de decapitaciones, q ue no es poco.
5.- Desde el tercer peldaño hacia arriba vemos miradas desorbitadas: no solamente abrimos exageradamente los ojos cuando algo nos asombra, sino que de forma inconsciente, nuestras pupilas también se dilatan a fin de que entre el máximo posible de luz en nuestro cerebro, y así poder tomar una decisión crítica. Ese es uno de los  motivos por el que las personas dominantes descubren inmediatamente qué personas se someterán a ellas inmediatamente y qué personas presentarán resistencia a sus amenazas, o en su caso, a sus maniobras de seducción. Las serpientes utilizan recursos similares para cazar a sus víctimas.
6, 7, 8 y 9.- Obsérvense las distintas aberturas de los ojos en función del campo de visión disponible para los personajes que se encuentran en lo alto de la escalera. Cuando rechazamos un argumento o no deseamos hacernos cargo de una situación, apartamos la mirada, cerramos los ojos y adopamos una actitud lo más seria posible. En otras palabras, regulamos la cantidad de luz que entra en el cerebro.
Miguel Arias Cañete, a la derecha, fue eurodiputado popular y presidente de las comisiones de Agricultura (1989) y de Política Regional (1994) del Parlamento Europeo. A la izquierda, Franz Fischler, comisario europeo a la sazón. La labor política de Arias le permitió acumular una gran experiencia en temas presupuestarios, agrícolas y pesqueros. Como ministro de Agricultura y Pesca en los mandatos Aznar, fue una pieza clave a la hora de liderar el proceso de negociación del Gobierno  en la llamada  Agenda 2000, donde España se jugaba su papel en el futuro de la producción de aceite, vino y pesca de la UE. Obsérvese la gestualidad de Arias para expresar los conceptos “No” y “Ni hablar”. Sine mbargo, el observador atento advertirá que el ministro español, bajo la apariencia de rechazar lo que  Fischler dice, mantiene el cuerpo totalmente volcado hacia su interlocutor, lo que indica que en realidad tiene un gran interés en la conversación. Afortunadamente, Fischler no se mostró demasiado sagaz en aquella ocasión.



Y esto es lo que ocurre cuando alguien está absolutamente pendiente del efecto de sus palabras en el interlocutor en un entorno de incertidumbre en el que no se sabe a ciencia cierta cuál será la respuesta del otro:


Los ojos buscan luz, es decir, información. Siempre nos dijeron que “mantuviésemos los ojos abiertos”. Sin embargo, si están demasiado abiertos, no muestran tanta fortaleza como nos convendría exhibir.



jueves, 9 de diciembre de 2010

La rendición de Bailén: dominación, sumisión, elegancia.




LA RENDICIÓN DE BAILÉN
José Casado del Alisal, 1864. Óleo sobre lienzo.
El artista fue criticado en su época porque, a primera vista, da la impresión de que quienes se rinden son los españoles y no los franceses (la crítica posiblemente  tuviese su origen en la españolísima manía de confundir cortesía con debilidad). Personajes y situación no se corresponden exactametne con la realidad, que se sacrificó en parte a fin de conseguir el efecto velazquiano que se pretendía.
1.- La figura del vencedor, general Castaños, quien se descubre, resulta empequeñecida ante la gallardía mostrada por el general Dupont, ya descubierto y con el bicornio en la mano.
2.- ¿Por qué parece más arrogante Dupont? Sencillamente porque mantiene con su cuerpo una postura más vertical. Es precisamente debido a este motivo por el que los críticos españoles lanzaron su furia contra el pintor. Aunque el general francés muestra la palma de la mano izquierda (ya hemos visto que se trata de un gesto con el que se quiere significar vencimiento) su postura hace invisibles los pequeños detalles.
3.- General Gobert, Jefe de la División de Coraceros. Cara de enfado, acaso de rencor (mentón bajado y ceño fruncido). En realidad, Gobert nunca estuvo allí, puesto que había muerto poco después de la batalla a resultas de una herida de bala en la cabeza.
4, 5, y 6.- Posiblemente los generales franceses Marescot, Charbert y Fresia. Sólo uno de ellos, el que se descubre, muestra su cortesía; el que se encuentra entre Gobert y Dupont mantiene un rostro totalmente inexpresivo, neutro. Un tercer general monta a caballo, casi con prisa por desaparecer de la escena. Entre los tres representan los tres únicos escenarios de intercomunicación entre los seres humanos: colaboración, indiferencia y confrontación. Las personas que son capaces de identificar la verdadera naturaleza del escenario en el que se encuentran sin dejarse engañar por las apariencias son la que habitualmente dominan todas las situaciones. 
7.- Fijémonos ahora en el personaje que, todavía cubierto, y con una clara intención de no dejar de hacerlo, se encuentra detrás de Castaños. Es el general suizo Theodor von Reding, cuyo papel fue clave en el desenlace de la batalla y cuya antipatía hacia los franceses ya era manifiesta desde años antes de que tuviese lugar la batalla; ¿ven cómo también hace un paréntesis con su cuerpo, pero que lo hace en sentido inverso? Al arquear así su cuerpo tiene que tensar el cuello, su compostura trasluce severidad, intransigencia… y soberbia, con lo que se engrandece todavía más la imagen del amable, sexagenario y victorioso Castaños.
8.- General Manuel de la Peña, al mando de la Tercera División, la de los garrocheros de Úbeda,  jinetes que nunca habían entrado en combate y cuya experiencia anterior consistía en guardar rebaños de toros bravos; desempeñaron un papel decisivo en la batalla. De la Peña mantiene una actitud muy similar a la de von Reding.
9.- Soldado regular del ejército español. Nótese su compostura en comparación a la de los legionarios franceses de la derecha (nº 14) no obstante su campesino tocado. La postura del cuerpo, tal como se ha visto anteriormente, puede salvar la proyección de la imagen personal prácticamente en todas las circunstancias.
10, 11 y 12.- Garrocheros y voluntarios de los alrededores. El nº 11, que se cuida una herida, mantiene la mirada torva, con le cuerpo ladeado (rencor); el nº 8, quien empuña una enseña francesa, se muestra mucho más gallardo que el general Castaños; detrás de él, nº 13, otro volutnario vocifera a la española, rompiendo la solemnidad del acto.
13.- Posiblemente los generales Félix Jones (español de origen irlandés) y Tomás Moreno. No ofrecen ninguna expresividad en particular y acaso sólo su presencia solo cumplan la función pictórica de dotar con mayor volumen a la parte del cuadro correspondiente a los españoles.

¿Son actitudes propias del pasado y hoy en día ya no tienen lugar? Ni mucho menos. No se pierdan esta foto del encuentro entre José Luis Rodríguez Zapatero y Tony Blair: el presidente español, de forma aparentemente inexplicable, “se somete” al inglés, quien alza el mentón y, por simple contraste, proyecta una imagen de superioridad  sobre su colega socialista. Pero, ¿por qué Zapatero se inclina? 

El presidente español ha venido cambiando de gestualidad desde que se acomodó en La Moncloa. A lo largo de una buena parte de su primer mandato, tenía la manía de mirar la mano de su interlocutor justo antes de estrechársela, en un ingenuo intento de emitir la señal “choca esos cinco, colega”, pero el resultado de tal comportamiento dejaba mucho que desear y afortunadamente alguien le ha convencido para que dejase de hacerlo. Al igual que en La rendición de Bailén, el efecto de la gestualidad se pone de manifiesto es en los contrastes, en el lugar donde te encuentras y en la intención de lo que quieres significar. Si lo que muestras es fingido y no es congruente con tus verdaderas intenciones, quedarás mal ante todo el mundo.