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martes, 28 de enero de 2014

Geometría y magia: por qué el número áureo es la clave de la seducción.

El dibujante, profesor y analista de cómics Scott McCloud analizó en su libro Entender el cómic. El arte invisible la proporción de las transiciones de las viñetas en el contexto temático del tebeo, descubriendo que los más exitosos dibujantes coincidían en la aplicación de determinadas proporciones.


McCloud observó que en los cómics hay estas seis clases de transiciones. Se ve más claro con los fotogramas que he seleccionado de la película Indian.










Ahora vemos una transición acción-a-acción (una acción es la del coche que llega y otra la del conductor ayudando a Hopkins a levantar la moto). Éste es el ltipo de transición más usada por los dibujantes de los cómics más famosos del mundo.
 



Aquí tenemos la escena del cementerio, que ya vimos en parte en mi anterior post. Es un escena-a-escena según la nomenclatura de McCloud.

En estos dos fotogramas vemos dos actitudes del actor, pero sin interrupción de su monólogo y tan sólo cambiando de expresión de forma congruente con lo que se encuentra diciendo. Es una transición momento-a-momento.
Aquí el actor entra en la recepción del hotel y hace sonar el timbre. Es un tema-a-tema






El cocinero (Hopkins) está viendo una película dentro del barco. Nos han puesto un aspecto-a-aspecto para que nos hagamos una idea rápida del contexto general
Por último, un non-sequitur, es decir, dos escenas que no tienen (aparentemente) ninguna relación entre sí, como los músicos y los motoristas. Es raro que se utilice esta transición en un cómic, pero los buenos oradores saben aplicarlo a un discurso cuando  advierten que el público está cansado y ha perdido concentración (yo lo hago en los seminarios de larga duración y funciona).




McCloud observó en un tebeo de Jack Kirby de 1966 que un 65% de las transiciones eran del tipo acción-a-acción y el resto eran tema-a-tema y escena-a-escena, mientras que de los otros tres tipos, sencillamente no usaba ninguna. Lo más sorprendente es que observó que lo mismo hacía Hergé (Tintín) y en muchos otros tebeos, con independencia de los personajes, como El Pato Donald, X-Men o Betty & Veronica.

Lo primero que se me pasó por la cabeza al conocer el trabajo de MacCloud fue si ese 65% podría tener alguna relación con el Número Áureo. Explicaré rápidamente en qué consiste este número. (advierto en este momento que lo que van a leer no es un trabajo científico, y de hecho, tampoco lo es el de MacCloud, sino simplemente una curiosidad de índole, digamos, creativa). Se trata de un número que se obtiene a partir de la siguiente operación:



Se resume en la relación entre dos segmentos, a y b, cuya suma, dividida por el mayor de los dos, da el mismo resultado que el de la división del mayor por el menor, siendo ese resultado el número
, el cual es un número delos denominados irracionales (como Pi), pero que, ¡oh sorpresa! se ha aplicado en numerosas obras de arte, composiciones musicales y obras pictóricas. Pero no sólo eso, sino que está presente en la naturaleza en el diseño de animales y plantas (si quieren saber más sobre todo esto vayan a este enlace). En otras palabras: es un número que "hace más agradables" las obras humanas.

Y ahora las malas noticias: la relación de 65 (transición acción-a-acción) referida a un total del 100. como hizo McCloud... se aproxima ligeramente al número áureo, pero no es el número áureo. Al darme cuenta de esta circunstancia me sentí algo decepcionado, como se puede comprender. Para queapareciese, el numerador tendría que haber sido 62 y no 65 (100/65=1,53; mientras que 100/62=1,61 que sí se corresponde, hasta los dos primeros decimales con el número áureo). Abatido por este fracaso, me dispuse a cerrar El Arte Invisible, cuando de repente me pregunté: ¿Y cuántas viñetas ha utilizado McCloud para obtener su famoso 65%?

Pues sí. Exactamente el número que usted está pensando en este momento: ¡62!,  tal como podrá comprobar en la página 72 infra de Entender el cómic. El Arte invisible, de Scott McCloud publicado en Astiberri Ediciones.

No me queda más que darle las gracias por haber tenido la amabilidad de haber llegado a la lectura de estas últimas líneas, pero, ¿sabe una cosa? tal vez eso haya sucedido porque he utilizado la proporción áurea para que mi texto le intrigase lo suficiente como para diese por terminada su lectura exactamente en este punto.

www.josehermida.com 
Esta entrada participa en la Edición 5.1 del Carnaval de Matemáticas 
cuyo anfitrión es Tito Eliatron Dixit

 

sábado, 25 de enero de 2014

Una vida que valga la pena haberla vivido. Eso es todo.



Harold Robbins a bordo de su yate, en la Costa Azul.

1916. Nace en Nueva York y es abandonado en un orfanato católico.
1927. Lo adopta una familia judía.
1931. Se fuga. Vive en la calle, trabaja como dependiente de droguería, cocinero, recadero y corredor de apuestas.
1933.- Se alista en la Armada con nombre falso (era menor de edad).
1934.- Trabaja de transportista de comestibles con su propio camión.
1935.- Crea su propia empresa de alimentación.
1936.- Se hace multimillonario.
1939.- Se arruina completamente y empieza a trabajar en los estudios cinematográficos de la Universal.
1941.- En la Universal le nombran director ejecutivo de presupuestos y planificación.
1947.- Por una apuesta de 100 dólares escribe una novela para demostrar que puede crear historias mejores que las que se escribían en aquel momento.
1948.- Sale a la venta No amarás a un extraño, que bate todos los records de ventas del momento y se dedica totalmente a escribir.
1997.- Muere después de publicar 22 libros, traducidos a treinta y dos idiomas y cuyas ediciones sumaron 750 millones de ejemplares.
La gente culta lo considera un autor de segunda fila.
¿Sabéis de qué trata su primer libro? De su experiencia en el orfanato.
Todos sus libros están basados en sus propias vivencias.
Su mérito no se encuentra en sus obras, sino en su vida.
Su vida fue una vida que la valió la pena el haber sido vivida.
Su vida fue una obra de arte.

NOTA BENE: Yo leía los libros de Robbins y de Leslie Waller a lo largo del insufrible trayecto en tren entre La Coruña y Barcelona (28 horas; aunque el primero que hice duró 36). Tal vez hoy no disfrutaría tanto con su lectura después de tantos años de Shakespeare y Muñoz Seca. Por eso he vuelto a leer El banquero, de Waller, a fin de asegurarme. En efecto, sigue siendo genial (Waller es más conocido por ser el autor de Encuentros en la Tercera Fase). Hoy, un matrimonio de inmigrantes en la indigencia, que sobre unos plásticos vende libros usados en la calle Alcalá, tenía a la venta un ejemplar de Robbins, precisamente, El narrador de historias. (dos euros). El libro venía con moho. La cubierta ofrece un diseño horrible, tirando al mal gusto. Empezaré a disfrutarlo esta misma noche.
Porque sé que no estaré leyendo un libro, sino una vida.