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domingo, 26 de enero de 2014

Noticias optimistas sobre el optimismo

Burt Munro fue el carpintero neozelandés que batió el record de velocidad en moto en 1963 a la edad de 64 años y que lo mantuvo en sucesivas pruebas hasta su muerte en 1997.

La hazaña de Munro fue llevada a la pantalla por Anthony Hopkins. Estoy montando un post acerca de cómo aprender del arte del comic para construir un discurso eficaz en la vida social y profesional, tarea que me llevará varios días. Me baso en las anotaciones sobre la proporción secuencial de las viñetas de El arte invisible del dibujante y teórico del comic Scott McCloud al tiempo que ilustro el proceso con fotogramas de la película neozelandesa  Indian, que aporta reflexiones magníficas (una especie de El mago de Oz/road movie pero en versión senior). La gente madura debería verla a modo de test retrospectivo --> prospectivo y los más jóvenes (ellos y ellas) como reto vital.

He elegido una breve secuencia de la película. Burt viaja a Estados Unidos para competir, pagándose el pasaje desde N. Zelanda trabajando como cocinero en el barco. Tiene un accidente y un indio le ayuda a transportar la moto con unas parihuelas indias. Más tarde una mujer viuda que vive sola en medio del desierto le presta un bastidor y una soldadora para arreglar la moto. Después le pide que le acompañe a un cementerio en pleno desierto donde tiene enterrado a su marido. Cuando están allí, una serpiente de cascabel está a punto de morder a Munro y tiene lugar el diálogo del que hecho esta furiosa sinopsis.

Todo está basado en hechos reales. Para más información sobre Munro, visiten la soberbia web de motociclismo http://hittheroadmotoblog.blogspot.com.es/2012/02/burt-munro-el-abuelo-bala-obsesion-por.html donde vienen muchas imágenes pasmosas de la hazaña de este portento de ser humano.

sábado, 25 de enero de 2014

Una vida que valga la pena haberla vivido. Eso es todo.



Harold Robbins a bordo de su yate, en la Costa Azul.

1916. Nace en Nueva York y es abandonado en un orfanato católico.
1927. Lo adopta una familia judía.
1931. Se fuga. Vive en la calle, trabaja como dependiente de droguería, cocinero, recadero y corredor de apuestas.
1933.- Se alista en la Armada con nombre falso (era menor de edad).
1934.- Trabaja de transportista de comestibles con su propio camión.
1935.- Crea su propia empresa de alimentación.
1936.- Se hace multimillonario.
1939.- Se arruina completamente y empieza a trabajar en los estudios cinematográficos de la Universal.
1941.- En la Universal le nombran director ejecutivo de presupuestos y planificación.
1947.- Por una apuesta de 100 dólares escribe una novela para demostrar que puede crear historias mejores que las que se escribían en aquel momento.
1948.- Sale a la venta No amarás a un extraño, que bate todos los records de ventas del momento y se dedica totalmente a escribir.
1997.- Muere después de publicar 22 libros, traducidos a treinta y dos idiomas y cuyas ediciones sumaron 750 millones de ejemplares.
La gente culta lo considera un autor de segunda fila.
¿Sabéis de qué trata su primer libro? De su experiencia en el orfanato.
Todos sus libros están basados en sus propias vivencias.
Su mérito no se encuentra en sus obras, sino en su vida.
Su vida fue una vida que la valió la pena el haber sido vivida.
Su vida fue una obra de arte.

NOTA BENE: Yo leía los libros de Robbins y de Leslie Waller a lo largo del insufrible trayecto en tren entre La Coruña y Barcelona (28 horas; aunque el primero que hice duró 36). Tal vez hoy no disfrutaría tanto con su lectura después de tantos años de Shakespeare y Muñoz Seca. Por eso he vuelto a leer El banquero, de Waller, a fin de asegurarme. En efecto, sigue siendo genial (Waller es más conocido por ser el autor de Encuentros en la Tercera Fase). Hoy, un matrimonio de inmigrantes en la indigencia, que sobre unos plásticos vende libros usados en la calle Alcalá, tenía a la venta un ejemplar de Robbins, precisamente, El narrador de historias. (dos euros). El libro venía con moho. La cubierta ofrece un diseño horrible, tirando al mal gusto. Empezaré a disfrutarlo esta misma noche.
Porque sé que no estaré leyendo un libro, sino una vida.

lunes, 2 de enero de 2012

Manual urgente de Seducción para principantes en tres lecciones. Lección 2

Lección 2.
La Ley de La Audacia.

Desde que  el seductor Paris dijera a Helena aquello de "Ven conmigo a Troya, cariño, porque allí nadie nos importunará", nadie hubiese podido imaginarse un acontecimiento que aunase seducción y desastre en tal medida, y así fue durante siglos hasta que Cyrus Field viniese al mundo milenios más tarde y se empeñase en tender un cable telegráfico entre Europa y América.






 El Great Eastern con el sistema de suelta de cable telegráfico que conectó Europa y América. El cable se partió, perdió e inutilizó cuatro veces a mitad de la travesía y fue necesario volver a empezar una y otra vez. Se aniquilaron bosques enteros en Suramérica para proveer el caucho aislante del cable.





Cyrus Field, promotor de la idea del tendido del cable submarino. No sabía absolutamente nada de ciencia, oceanografía, telecomunicaciones ni navegación.Tras tres intentos frustrados pareció culminarse la tarea y en Nueva York se hizo un desfile triunfal en su honor tras haberse recibido el primer mensaje desde el otro lado del Atántico enviado por la reina de Inglaterra. Multitudes en todo el planeta se vieron seducidas por el empeño, tenacidad y espíritu aventurero de aquel hombre. Pero el audaz promotor mantuvo un rostro sombrío durante todo el homenaje: sólo él sabía que el cable había vuelto a romperse  y el mensaje real no había llegado: ¡Field había suplantado a la reina de Inglaterra con un mensaje enviado desde la habitación de al lado!







Lo impresionante de esta historia no es que las multitudes volvieran a confiar en Field, sino que incluso lo volviese a hacer la mismísima reina de Inglaterra. En esta quinta ocasión se consiguió el éxito. Ello hubiese sido de todo punto imposible sin el conocimiento por parte de Field de la Segunda Lección de Seducción para Principiantes, también conocida como Ley de la Audacia, la cual se sustenta en los tres principios siguientes:



Primer principio: Es preciso elegir una víctima extremadamente difícil. Si no se tiene a la vista una Helena de Troya, hay que proponerse como objetivo la Humanidad entera, lo cual incluye a todas las reinas del planeta. La elección de una víctima fácil no sólo es inapropiado, sino que supone un insulto para la propia víctima.

Segundo principio: No se debe mostrar ningún conocimiento en especial sobre materia alguna. Field hubiese sido objeto de críticas por parte de oceanógrafos, telegrafistas y marinos si se hubiese presentado como marino, telegrafista u oceanógrafo. Los expertos resultan vulnerables por su propio entorno colegial: suscitan celos, no admiración. Estimulan la bravuconería de las víctimas, no su embobamiento, que es lo que cumple hacer a todo seductor que se tenga por medianamente experto.

Tercer principio: Para seducir siempre resulta más efectiva la improvisación, la cual es la hermana díscola de la creatividad. No hay nada más patético que ir a una entrevista en televisión y llevar unos cuantos folios con apuntes. El público cambiaría inmediatamente de canal, y con mucha razón. La improvisación sugiere vitalidad, dinamismo y seguridad, virtudes asociadas tradicionalmente a las personas duchas en el arte de la seducción. Por supuesto, en modo alguno es necesario ser vital, dinámico ni seguro. Basta con aparentarlo.

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En la siguiente publicación del Manual Urgente de Seducción para principantes en tres lecciones se impartirá la tercera y última lección, citada por algunos autores como Ley del Envoltorio Bonito, texto que deberá mantenerse fuera del alcance de los niños y de los políticos profesionales.