martes, 31 de enero de 2012

Las 64 Leyes del Cielo. Leyes Celestiales de la 1 a la 4

1. Hay tres tipos de caminantes. Los más fuertes llegan al final del camino. Quienes no tienen bastante fuerza se detienen a la mitad del recorrido. Pero quienes se ponen a sí mismos un límite ni siquiera podrán llegar a dar el primer paso.
Resulta sorprendente que una declaración tan obvia sea pasada por alto a diario, pero así suele suceder. Cada acto de nuestra vida se encuentra orientado hacia un resultado. El tiempo es escaso. No hemos venido a este mundo para perder el tiempo.
2.    La Persona Superior será lenta de palabra, pero diligente en la acción.
¿Has conocido alguna vez a un fanfarrón? ¿Recuerdas haber fanfarroneado alguna vez? Elige: o ser una persona respetable o parlotear sin llevar a cabo ninguna acción.
3.    Un hermoso poema o la emoción de un bello espectáculo, reparan el alma con prontitud y eficacia y la disponen para la vida con mayor energía que cuando cayó bajo aflicción.
El trabajo es ineludible (para muchísimas personas sigue siendo un bien inalcanzable) pero la vida pierde valor sin la belleza de un poema, de un acorde, de un pensamiento, propio y ajeno. Sin la Belleza, el Poder Personal se esfuma. No me preguntes por qué. Es así. Rodéate de cosas hermosas. A veces basta con un paseo tarnquilo, con la mente en calma.
4.    No debes temer a tu enemigo, sino a tu propio miedo.
Nada ni nadie te producirá tanto terror como el que tú te puedas llegar a producir. ¿Por qué? Porque nadie como tú conoce con tal precisión cuáles son tus terrores más insufribles.

NOTA: Estas 4 Leyes del Cielo son un extracto del libro Confucio y la máquina de café, pero no los comentarios que las complementan.

miércoles, 11 de enero de 2012

LAS CUARENTA Y OCHO LEYES INMANENTES DE LA VIDA. LEYES 42 A LA 48

Concluye aquí la serie de seis entregas, en cada una de las cuales se lishan listado ocho Leyes Inmanentes de la Vida. El trabajo se ha inspirado en el clásico Arte y oficio del teatro, de Alan Ayckbourn, y que yo he aplicado al Teatro de la Vida, esto es, a los negocios, al amor, la ciencia, el aprendizaje, el compañerismo y en general, a todo aquello que conlleve la conversión de una idea en una realidad tangible.Hoy tenemos las Leyes Inmanentes de la vida desde el número 42 al 48. Al igual que las anteriores, son incontestables, certeras, absolutas. Y en este caso, definitivas.

ENLACES A LAS LEYES ANTERIORMENTE PUBLICADAS:

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LAS CUARENTA Y OCHO LEYES INMANENTES DE LA VIDA. LEYES 42 A LA 48


Ley 42.- “La función debe continuar”. Suceda lo que suceda. Tras la destrucción de las ciudades alemanas en la II Guerra Mundial, grupos de músicos se reunían entre los escombros e interpretaban piezas de Beethoven. Porque la función tiene que continuar. Hasta el final.
Ley 43.- “Si estás sobre el escenario es porque eres el mejor actor o actriz que pudieron conseguir para estar allí”.  Ahora olvídate de las palabras “que pudieron conseguir” y quédate con “porque eres el mejor actor o actriz”.
Ley 44.- “Nadie creerá en lo que sientes si es algo que no has sentido anteriormente”. Puede que la obra no le guste gran cosa al público, pero siempre sabrá distinguir cuándo los actores son auténticos o falsos. Con indiferencia de la obra en que te haya tocado intervenir o del papel que te haya tocado representar, procura que tu actuación resulte creíble.
Ley 45.- “Cada palabra y cada gesto tienen una finalidad”. Quien no controla sus ideas no controla ni sus palabras ni sus gestos. Quien no controla ni sus palabras ni sus gestos no controlará sus propias ideas.
Ley 46.- “Que no te encasillen en un papel determinado”. Puede que en cierto momento tengas que resultar adorable y que en otro debas parecer temible. Pero si siempre interpretas el mismo papel, poco a poco te convertirás en alguien previsible y rutinario: dejarás de ser una persona y te convertirás en una máquina (y recuerda que las máquinas son esas cosas que son manipuladas por personas de verdad).
Ley 47.- “Disfruta los aplausos del público”. Acepta sin reservas la admiración que te profesan. No huyas de la escena como si no te merecieses esos aplausos… pero recíbelos con una elegante reverencia. En ese momento el público dejará de admirarte y pasará a adorarte. Pocos conocen la profundidad de esta Ley.
Ley 48.- “si algo puede salir mal…¡Bah!  ¡Tonterías! ¡Todo saldrá estupendamente!

lunes, 2 de enero de 2012

Manual urgente de Seducción para principantes en tres lecciones. Lección 2

Lección 2.
La Ley de La Audacia.

Desde que  el seductor Paris dijera a Helena aquello de "Ven conmigo a Troya, cariño, porque allí nadie nos importunará", nadie hubiese podido imaginarse un acontecimiento que aunase seducción y desastre en tal medida, y así fue durante siglos hasta que Cyrus Field viniese al mundo milenios más tarde y se empeñase en tender un cable telegráfico entre Europa y América.






 El Great Eastern con el sistema de suelta de cable telegráfico que conectó Europa y América. El cable se partió, perdió e inutilizó cuatro veces a mitad de la travesía y fue necesario volver a empezar una y otra vez. Se aniquilaron bosques enteros en Suramérica para proveer el caucho aislante del cable.





Cyrus Field, promotor de la idea del tendido del cable submarino. No sabía absolutamente nada de ciencia, oceanografía, telecomunicaciones ni navegación.Tras tres intentos frustrados pareció culminarse la tarea y en Nueva York se hizo un desfile triunfal en su honor tras haberse recibido el primer mensaje desde el otro lado del Atántico enviado por la reina de Inglaterra. Multitudes en todo el planeta se vieron seducidas por el empeño, tenacidad y espíritu aventurero de aquel hombre. Pero el audaz promotor mantuvo un rostro sombrío durante todo el homenaje: sólo él sabía que el cable había vuelto a romperse  y el mensaje real no había llegado: ¡Field había suplantado a la reina de Inglaterra con un mensaje enviado desde la habitación de al lado!







Lo impresionante de esta historia no es que las multitudes volvieran a confiar en Field, sino que incluso lo volviese a hacer la mismísima reina de Inglaterra. En esta quinta ocasión se consiguió el éxito. Ello hubiese sido de todo punto imposible sin el conocimiento por parte de Field de la Segunda Lección de Seducción para Principiantes, también conocida como Ley de la Audacia, la cual se sustenta en los tres principios siguientes:



Primer principio: Es preciso elegir una víctima extremadamente difícil. Si no se tiene a la vista una Helena de Troya, hay que proponerse como objetivo la Humanidad entera, lo cual incluye a todas las reinas del planeta. La elección de una víctima fácil no sólo es inapropiado, sino que supone un insulto para la propia víctima.

Segundo principio: No se debe mostrar ningún conocimiento en especial sobre materia alguna. Field hubiese sido objeto de críticas por parte de oceanógrafos, telegrafistas y marinos si se hubiese presentado como marino, telegrafista u oceanógrafo. Los expertos resultan vulnerables por su propio entorno colegial: suscitan celos, no admiración. Estimulan la bravuconería de las víctimas, no su embobamiento, que es lo que cumple hacer a todo seductor que se tenga por medianamente experto.

Tercer principio: Para seducir siempre resulta más efectiva la improvisación, la cual es la hermana díscola de la creatividad. No hay nada más patético que ir a una entrevista en televisión y llevar unos cuantos folios con apuntes. El público cambiaría inmediatamente de canal, y con mucha razón. La improvisación sugiere vitalidad, dinamismo y seguridad, virtudes asociadas tradicionalmente a las personas duchas en el arte de la seducción. Por supuesto, en modo alguno es necesario ser vital, dinámico ni seguro. Basta con aparentarlo.

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En la siguiente publicación del Manual Urgente de Seducción para principantes en tres lecciones se impartirá la tercera y última lección, citada por algunos autores como Ley del Envoltorio Bonito, texto que deberá mantenerse fuera del alcance de los niños y de los políticos profesionales.